Fuente Imagen: Internet
En el marco del Día Internacional de la Mujer, me pareció interesante que nos adentremos en la situación de la vivienda que viven las mujeres en nuestro país. Este punto es muy importante y debe de ser atendido con urgencia; su importancia es tal que fue incluido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como el Objetivo Número 5: Igualdad de Género.
Si bien este objetivo abarca globalmente la desigualdad que sufren las mujeres, hay ciertas líneas de acción que pueden ser atacadas por medio de la vivienda.
Pero primero, pongámonos en contexto.
En México, de acuerdo al boletín del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) publicado en 2016, en el 2015 se registraron 31.9 millones de viviendas particulares, 67.7% de ellas eran habitadas por sus propietarios. De este porcentaje, se desprende que 56% de los propietarios eran hombres, mientras que el 35.3% eran mujeres. Podrá parecer poco, pero si contextualizamos más esta cifra, el panorama cambia.
En las zonas urbanas, de las viviendas registradas se obtuvo que 57.3% de los propietarios eran hombres, mientras que 42.7% eran mujeres. La brecha aumenta cuando pasamos a las zonas rurales; el 69.9% de los hombres son propietarios de una vivienda, una diferencia clara en contraste con el 30.1% de las mujeres propietarias en zonas rurales.

Esto es preocupante cuando comprendemos que muchas veces, las mujeres se ven forzadas a desalojar las viviendas debido a situaciones de violencia doméstica; de igual manera, hay mujeres que deciden permanecer en esta situación de riesgo por miedo a perder su vivienda. Al abandonar la situación de riesgo, ¿dónde quedan esas mujeres y sus hijos? Se debe poder garantizarles viviendas.
Otro panorama es el del fallecimiento del cónyuge. En algunas zonas rurales, al fallecer el propietario de la vivienda, muchas veces las mujeres se ven forzadas a desalojar sus viviendas junto con sus hijos, condenándolos al abandono y a la falta de oportunidades. Esto desencadena que la mujer sea introducida a situaciones de riesgo; y ya no solamente ella, sino también sus hijos, destruyendo su núcleo familiar y al mismo tiempo, el tejido social.
Sobre este tipo de casos, en el 2012 la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, realizó una publicación titulada “La Mujer y el derecho a una vivienda adecuada”, donde se retratan situaciones a nivel mundial de casos de desalojos forzosos, condiciones de vivienda inadecuadas, situaciones de violencia contra la mujer y su relación con la vivienda, entre otros.

Bien, ya hablamos de la situación; ahora hablemos de las acciones. Para poder contrarrestar esta problemática, la ONU incluyó en sus ODS la Igualdad de Género. ¿Pero, en qué podría ayudar el tema de la vivienda adecuada? Quizá se pregunten. Bueno, créeme que en varios aspectos.
“Los estudios sobre vivienda señalan que en el espacio de residencia se evidencian iniquidades en el acceso de las mujeres a los recursos habitacionales, al acceso femenino al crédito y a los recursos materiales para acceder a la vivienda. “
ONU-Hábitat, 2012
Dos de la metas principales dentro del Objetivo #5 pueden ser atacadas directamente desde el sector de la vivienda adecuada.
La meta 5.2 establece que se deben “eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres en el sector público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual”.
¿Cómo ayudamos desde la vivienda? Deben proporcionarse espacios más cercanos a los lugares de vivienda, al igual que mejorar el diseño y seguridad de las calles; así como mejorar el acceso al agua potable.
Al estar en contacto de espacios más seguros para su tránsito, y teniendo un acceso completo a los servicios, las mujeres tendrían espacios y tiempos para poder desarrollarse plenamente, creando mejores oportunidades y calidad de vida. Si la mujer/niña no debe caminar sola en la calle para poder llevar agua para su familia, o tiene que atravesar calles inseguras para poder llegar a su casa, no se expondrá a situaciones de riesgo donde pueda ser víctima de violencia de género.
Es una cadena; se dice fácil pero créanme que aún falta mucho camino por recorrer.
La meta 5.a indica que debemos “emprender reformas que otorguen a las mujeres igualdad de derechos a los recursos económicos, así como acceso a la propiedad y al control de la tierra.”
Esta meta está estrechamente relacionada con los números que comentábamos más arriba, ya que el suelo es un factor vital para el desarrollo de las viviendas; ya que garantiza el poder obtener financiamiento para comprar vivienda o remodelarla.
Imaginen a la mujer del ejemplo de más arriba; ha abandonado la vivienda que tenía con su pareja y sus hijos por la situación de riesgo que vivía en ella. Si pudiéramos garantizarle a ella y a sus hijos que podrán acceder a una vivienda en su situación, ella podría protegerse a sí misma y a sus hijos; los niños no estarían expuestos a actos violentos y su núcleo familiar podría repararse, fortaleciendo el tejido social.
Una de las líneas de acción establecidas para el cumplimento del Objetivo #5 es diversificar el financiamiento de soluciones habitacionales a las necesidades específicas de la población.
Una acción que trata de cumplir con esto es la que dió a conocer el pasado mes de enero la coordinadora general de los Centros de Justicia para Mujeres en San Luis Potosí. Este estado intenta, mediante accesos a crédito para obtener una casa de interés social o construir su vivienda en un terreno propio, hacer valer el derecho a una vivienda adecuada a la mujeres; en especial las que se encuentran en estado vulnerable o situación de riesgo.
De tener un resultado positivo, sería interesante intentar replicar este programa en diferentes estados del país; sobretodo los que tengan mayor incidencia de desalojos forzados por violencia de género.
Debemos estar al pendiente de estos programas así como sus resultados e intentar fomentar la participación ciudadana para cuidar a nuestras niñas y mujeres; otorgándoles una vivienda adecuada donde puedan sentirse seguras y puedan tomar las oportunidades de crecimiento que les han sido negadas históricamente.